Uno de los primeros textos escritos de
los que se tenga registro es el Poema de Gilgamesh, una obra sumeria que
data del año 2.000 a.C. Dicha composición ya incorporaba elementos
fantásticos, como intervenciones divinas y gigantes.
Cabe destacar que, más allá de la
presencia de elementos irreales, el género fantástico presente coherencia
interna entre estos elementos. La estructura, las escenas y la interacción de
los personajes mantienen una lógica En caso contrario, la obra en cuestión
pertenecería al género surrealista.
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